Escribe sin limites

Una vez ya reincorporada a mis actividades habituales, y muy relajada después de mis tan merecidas vacaciones, continúo mis entradas que con tanto cariño escribo cada semana. Buenos… bueno, no me voy a poner sentimental.

La semana pasada comenté acerca de cómo empezar un manuscrito y la manera en que muchos de nosotros nos paralizamos porque no sabemos cómo empezar. Hoy escribo para hablar de cuando nos paralizamos porque no sabemos cómo terminar.

Muchas veces el escritor se ve presionado por el número de páginas escritas, y no digo que se cohíba, pero escribir un número de páginas determinado es una presión para el escritor. Esto lo he hablado con varias amigas que están en el proceso de escribir y me lo han confirmado.

No importa que tu novela sea la segunda Romeo y Julieta, si tiene 500 páginas es muy, pero muy difícil que una editorial te publique. Lo mismo sucede si la novela tiene 150 páginas, es probable que tampoco sea tomada en cuenta.

En algún sitio leí que la línea seguida por las editoriales en estos tiempos son dramas complicados que te lleven a las 280 - 300 páginas. Pero, ¿y si yo quiero que mi novela termine en la página 200? Eso no la hará peor ni mejor que La guerra y la paz o El Quijote. Simplemente la hacen una novela de 200 páginas. Mi novela.

He conversado con aspirantes a escritores profesionales preocupados por el número de páginas y yo me digo a mí misma: ¿Por qué no se preocuparán tanto por si la trama es buena o si la editorial le envía un buen feedback? Pero bueno, cada quien tiene su prioridades y hay que saber respetarlas. En los libros y en la vida.

La segunda parte de la duda de donde terminar el manuscrito está en la vacilación de no saber cómo terminar tu obra. Una y mil veces he escrito que no te debes preocupar, los personajes sabrán exactamente cuándo hacerlo. Las situaciones que se les presentan se solventarán solo escribiendo.

Ahora, debo confesar que yo caí en esa trampa. En un final de capítulo de Café y Martinis me pregunté: ¿será que lo dejo hasta aquí? Se me ocurrió que sería un buen final y quizá abriría una puerta para un segundo libro.

Tenía un buen número de páginas (también caí en esa trampa) y todo estaba resuelto decentemente. Inclusive le pregunté a una de mis mejores amigas y lectora ideal (la semana que viene les contaré acerca del lector ideal) o sea, que hasta hice una encuesta. Y ella me respondió con la ceja levantada hasta el cielo: ¿Te parece que debería terminar así?

Y en el fondo escuché la voz de Ian mi protagonista un nórdico tan encantador como egocéntrico pero muy directo al hablar: "Te vas a perder lo mejor de mí solo porque llevas un número decente de páginas. Yo no me conformo con algo “decentemente resuelto”. Vamos Helena, tú eres mejor que eso. Te estás adaptando al sistema, tú y yo no somos así."

Era cierto, ni Ian ni yo somos así. Y también era cierto que me iba a perder lo mejor de él. Así que continué escribiendo y pasé las 300 páginas. ¿Y saben qué? ¡Me encantó!

No escriban con límites. Al final, tus lectores estarán ahí esperando por ti, con 200, 300 o 500 páginas. Y ten por seguro que ellos sentirán si el final lo creaste tú o si lo crearon tus personajes.

Escribir es una de las pocas cosas que se pueden hacer sin límites. No hay reglas (mas que las de ortografías) no hay tiempo, no hay espacio, no hay límite de páginas. En mi país decimos “El papel lo aguanta todo” y es así.

En papel podemos plasmar todos nuestros sentimientos y emociones, todas las risas y lágrimas de nuestros personajes. Toda la belleza de un sitio donde nunca hemos estado pero a la vez lo conocemos mejor que la palma de nuestra mano.

No le coloques número de páginas al manuscrito. Los personajes no saben de eso. Solo déjate llevar por la emoción y ten por seguro que tus personajes le encontrarán el fin a tu historia. El fin perfecto.

Un abrazo

Nos leemos la próxima semana.

 Escribe solo por el placer de escribir

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