Describir sin aburrir
Hace
unos días una amiga me llamó para pedirme que escribiera algo en mi blog. Fue
una solicitud bastante específica. Me dijo que hablara (dentro de lo que
supiera) de las descripciones en los libros.
Todo
esto salió por el hecho de que ella me contaba que estaba leyendo un libro
donde las descripciones eran larguísimas y tan detalladas que se aburría
terriblemente. Me dijo que llegó un momento en que pasaba las paginas y solo
leía los diálogos, que no eran muchos por cierto.
Eso me
hizo recordar la serie de libros de J.J Benítez, Caballo de Troya. Unos libros
hermosísimos, con una historia preciosa, pero las descripciones y los pié de
páginas eran eternos. Eran tan extensos que en varias páginas, el texto se
llevaba tres o cuatro líneas y el pié de página, el resto de la misma.
Hay
momentos en que estas figuras se vuelven tan molestas que muchas personas dejan
de leer.
Las
descripciones en un texto son muy delicadas. Ellas pueden introducir al lector
en un mundo mágico del que no quiera salir o pueden aburrirlo de tal manera que
quiera salir corriendo y no volver nunca más a abrir el libro.
Como en
la vida, todo es un equilibrio y sin duda cada escritor tiene un equilibrio
personal. El truco está en que el equilibrio sea agradable para el lector.
Mientras
hay gente que ama un paisaje muy bien detallado, hay otra que prefiere leer
solo lo necesario en la descripción para colocar algo de su imaginación y
así personalizar la lectura, yo como lectora, pertenezco al segundo grupo, de
hecho, creo que ahí es donde está el placer de leer, que puedo colocarle a
ciertos paisajes, lugares y hasta personas y muebles mi toque de imaginación.
Yo no
necesito saber cuantos árboles hay en un bosque o cuantas piedras tiene un
muro, solo necesito saber que el bosque es denso o amplio y que el muro es de
piedras alto o bajo, el tipo de piedras caliza, grafito o de río, se lo coloco
yo.
Las
metáforas y comparaciones siempre son importantes, ubican al lector sin darle
una extensa explicación de cada detalle, lo que hace la lectura más amena.
Personalmente
me encantan comparaciones más prácticas que poéticas, pero sin perder la
delicadeza, el azul del mar cuando el sol lo ilumina o el color del chocolate
al caer derretido en una superficie. Son comparaciones que dan sensaciones y
que el lector entiende porque ¿Quién no ha visto al chocolate derretirse? No
solo es hermoso sino delicioso.
Me
encantan las descripciones concisas, directas, simples, que no tenga que
detener mi lectura para poder organizar la idea en mi cabeza. Las descripciones
rimbombantes y adornadas no son mi estilo, pero supongo que tiene que ver con
mi pequeño déficit de atención. Si algo no me interesa o me aburre, solo le
presto atención dos minutos. También creo que cada descripción tiene mucho que
ver con el género que escribes. La novela romántica es una lectura para soñar,
para imaginar, para enamorarse, no para devanarse el cerebro pensando que quiso
decir el escritor cuando describió la casa donde vivía el protagonista.
Sin
duda, la época del relato tiene mucho que ver, mientras más contemporánea sea
la novela es, usualmente, más sencilla y sus descripciones más directas. Pero
eso no significa que una novela romántica histórica sea aburrida o complicada.
Una novela histórica bien descrita puede hacer que el lector sienta como si
estuviese ahí, cada uno de los capiteles de las columnas o sienta el encaje de
seda china del vestido de la protagonista.
Aquí no
les voy a enseñar como escribir porque yo, como ustedes, estoy aprendiendo,
solo hablo como lectora. Si en algún momento creen, al revisar su manuscrito,
que una descripción está muy larga o complicada, probablemente lo esté.
Mi
táctica es ver un paisaje y tratar de describirlo con mis propias palabras,
incluso describir la sensación que me da cada elemento, luego leerlo y de ser
posible hacer que alguien lea mi descripción, porque nosotros como escritores tenemos
perfectamente visualizado el elemento y no importa cuanta veces lo leamos,
siempre vamos a creer que esta descrito perfecto. Pero resulta que lo que
nosotros vemos en nuestra cabeza, no es precisamente lo que escribimos en el
papel y mucho menos lo que nuestro lectores leen. De hecho, gran parte de la
magia de escribir es que nuestro lector lea lo que está en nuestra cabeza sin
querer salir corriendo espantado o aburrido, sino que se quiera quedar en
nuestro mundo pero que también él le coloque elementos personales para que
también sienta que es su mundo.
Por eso
digo… como en la vida, todo es un equilibrio.
Un
abrazo y nos leemos la próxima semana
Hay que tener equilibrio en las descripciones si no quieres que tus lectores hagan esto
Twitter: @HMoranHayes
www.helenamoranhayes.com
www.facebook.com/HelenaMoranHayes
Me encantó la nota. Muy cierto lo que dices.
ResponderEliminarExcelente artículo, a mí me pasa lo mismo, cuando estoy leyendo un libro y se pone muy descriptivo me salto los párrafos. He encontrado autores que detallan hasta los colores de las columnas de las casas vecinas, o la razón del color de medias elegido por el protagonista, o hasta el tipo de tapicería de los nueve autos que ha tenido un personaje a lo largo de su vida... la descripción en buena, pero no en exceso... felicidades por la nota... :-D
ResponderEliminarGracias por los comentarios Maristher y Jonaira, ahí yace la misión del buen escritor. El equilibrio, el equilibrio en el amor, en el sufrimiento, en los diálogos y en las descripciones.
ResponderEliminarYo también me aburro horrible con las descripciones detalladas de todo, no le dejan nada a la imaginación.